En un entorno saturado de marcas, tu producto tiene apenas 3 segundos para captar la atención del consumidor en el lineal. Y ahí es donde entran en juego dos elementos decisivos: el packaging y el PLV (Publicidad en el Lugar de Venta). Lejos de ser opciones excluyentes, la clave está en saber cuándo y cómo combinarlos para que trabajen en equipo.

Qué son el PLV y el packaging (y por qué no deberías elegir solo uno)

El packaging: mucho más que proteger

El packaging no solo envuelve el producto. Comunica su valor, apela a emociones, transmite confianza y puede incluso convertirse en una experiencia de marca. Colores, tipografía, textura y estructura influyen directamente en la decisión de compra.

El PLV: tu mejor vendedor silencioso

La Publicidad en el Lugar de Venta incluye displays, expositores, totems, stoppers, cubrealarmas y todo tipo de soportes físicos diseñados para destacar el producto dentro del punto de venta. Sirve para dirigir la atención, crear urgencia o reforzar promociones.

Según POPAI (Point of Purchase Advertising International), el 82% de las decisiones de compra se toman en el punto de venta. Una cifra que resalta la importancia de cuidar estos dos elementos estratégicos.

¿Cuándo apostar por uno u otro?

Situación Mejor estrategia
Lanzamiento de producto Packaging impactante + PLV visual
Producto de compra impulsiva PLV llamativo con gancho promocional
Rebranding o cambio de imagen Packaging coherente y bien comunicado
Competencia fuerte en el lineal PLV que destaque a nivel visual
Producto premium Packaging elegante y sensorial

La combinación ganadora: 3 claves que funcionan

1. Coherencia visual entre ambos

El packaging y el PLV deben hablar el mismo lenguaje gráfico: misma gama cromática, estilo de diseño y tono comunicativo. Esto genera reconocimiento y confianza inmediata.

2. Beneficio claro y visible

Tanto en el envase como en el expositor debe quedar claro qué aporta el producto. Usa frases directas como “sin azúcar”, “fácil de usar” o “edición limitada”.

3. Diseño estructural inteligente

Un PLV bien diseñado puede integrar espacio de almacenaje, facilitar la reposición del producto o incluso invitar a la interacción (por ejemplo, testers en cosmética).

Caso real: cómo una marca multiplicó sus ventas

Una marca de snacks saludables aumentó sus ventas un 38% en supermercados tras rediseñar su packaging con colores más vivos, destacar beneficios nutricionales y añadir expositores tipo cubo cerca de la caja. No cambió el producto, solo cómo lo presentaba.

Conclusión

No se trata de elegir entre PLV o packaging, sino de entender que ambos son aliados estratégicos para vender más. Un producto bien presentado y correctamente posicionado tiene muchas más probabilidades de ser elegido por el consumidor.

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